El grito de socorro de un grito de socorro

Artista desconocido

Una de las preguntas que más me hacen es la de cómo llegué o descubrí la filosofía budista. En mi día a día tengo un trabajo como todos vosotros, me levanto a primera hora de la mañana, me preparo y salgo hacia mi puesto de trabajo donde paso la mayor parte del día hasta que vuelvo a casa para meterme en la cama y empezar de nuevo al día siguiente; es la única forma que tengo de ganarme la vida. Pero realmente no soy a lo que me dedico, mi verdadera vocación es ser escritor, y es gracias a esta vocación —a la que me dedico en mi reducido tiempo libre— como descubrí el Budismo. Un día tuve la genial idea de escribir un relato sobre un hombre con problemas de control de ira, ese supuesto tipo iba a ser una persona estresada y violenta que intentaba, sin resultado, controlar su temperamento a base de practicar la meditación. La idea era escribir una especie de tragicomedia donde quería meter al protagonista en las más extrañas de las situaciones que lo pondrían histérico y reaccionaría de la forma
más variopinta posible. Como quería que el protagonista practicase la meditación, y yo no sabía nada sobre ello, no me quedó más remedio que documentarme sobre el tema. Cuando comencé a investigar sobre la meditación no tardó en aparecer en la pantalla de mi ordenador las palabras Mindfulness y otras técnicas modernas y urbanitas para la relajación mental y librarte del estrés provocado por la vida diaria. Ya sabéis como es internet, como todo el el universo, todo esta interrelacionado, así que después del Mindfulness llegué al Minimalismo —tema que me interesó bastante y donde profundicé tanto que lo intento practicar a diario—, y del Minimalismo la sabiduría de internet me llevó al Budismo
   Investigando el Budismo aprendí que la meditación es, ni más ni menos, la forma principal de llevar a la práctica dicha filosofía; también empecé a aprender cosas como las Cuatro nobles verdades, el Camino Octuple, la vacuidad, la inexistencia del yo y otras bases del Budismo que me llamaron tanto la atención, que todavía no he dejado de investigar y aprender de esta filosofía. 

Solo puedo deciros que, a día de hoy, todavía no he escrito ese relato del individuo histérico, estresado y violento, puede que porque ese personaje no fuera más que una metáfora de mí mismo, y querer crear a ese personaje no fuera también un grito de socorro interno —mi Buda rebelde—; pero lo que sí que he hecho es seguir en el camino del Dharma.