Las cuatro nobles verdades. 1. La existencia del sufrimiento

Artista descinicido


Si recordáis, anteriormente os hablé de Los cuatro encuentros que tuvo el joven Siddhārtha al salir de su palacio. Gracias a la experiencia de estos cuatro encuentros, Siddhārtha comprendió lo que hoy en día conocemos como Las cuatro nobles verdades. Estas cuatro nobles verdades son:
  1. La existencia del sufrimiento.
  2. El origen de ese sufrimiento.
  3. El final de ese sufrimiento.
  4. El camino que hay que seguir para terminal con él.
En el artículo de hoy nos centraremos en la primera de las nobles verdades, La existencia del sufrimiento, y es que si no llegamos a entender esta verdad, es imposible seguir ahondando en el tema. Sí, ya sé, todos sabemos que el sufrimiento existe, pero ¿Qué entendemos por sufrimiento? Si buscamos en cualquier diccionario la definición de sufrimiento, nos dirá algo así como que el sufrimiento es la sensación motivada por cualquier condición que someta al sistema nervioso al desgaste; ya sea por causas físicas o emocionales. Según esta definición, sufrimiento es cuando lo pasamos mal, ya sea por dolor físico —el padecimiento de alguna patología o lesión—, o por alguna experiencia que nos cause algún trauma emocional —depresión, rechazo, vergüenza, etc—. Si esto es todo lo que es el sufrimiento, podríamos decir que Buda descubrió la sopa de ajo, pero lo que Siddhārtha comprendió al conseguir la iluminación va mucho más allá, pues el sufrimiento no existe solo cuando nos duele una muela, nos golpeamos el quinto dedo de un pie con la esquina de un mueble o dejan de emitir sin previo aviso nuestra serie favorita de televisión; o si lo preferís, cuando padecemos una enfermedad dolorosa o se nos muere un familiar o amigo. Lo que Buda descubrió realmente es que la existencia en sí es sufrimiento. Y ahora os preguntaréis ¿Pero cómo que la existencia en sí es sufrimiento? ¿De qué demonios estás hablando? Con lo feliz que soy yo en mi vida, Tengo un trabajo fijo, una familia, televisión por cable, un coche que llega de cero a cien antes de que me dé tiempo en pensarlo y toda la tecnología habida y por haber. Pues dejadme que os explique una cosa, todo esas cosas también entran dentro del sufrimiento. Y con esto no quiero decir que tu pareja sea una bruja, tus hijos unos diablos y que tus vienes materiales estén hechos de pura mierda; lo que Buda quería hacernos entender es que, algo tan normal como no obtener aquello que esperamos en la vida ya nos hace sufrir, pues por el mero echo de que lo que sintamos no nos haga rasgarnos las camisas a cada instante, no quiere decir que sea menos sufrimiento. Como dice el monje Carlos Veiga Martínez en su libro Las cuatro nobles verdades del budismo: “[…] la vida normal conlleva un grado de fastidio, de desidia, de desazón de estrés, de malestar, de sufrimiento… Siempre hay un desacople entre nuestros deseos y la realidad tal y como acontece […]”. ¿Os suena de algo esto? Pero sigamos leyendo lo que Veiga nos explica: “[…] desde la perspectiva de nuestra manera ordinaria de pensar, nos extrañamos cuando nos ocurren esa cosas que nos fastidian, como si algo fuese injusto, como si en realidad nos mereciéramos algo mejor […]”. Nacer, no conseguir lo que se desea, envejecer, enfermar y morir; todo eso es sufrimiento, y por si no os habéis dado cuenta todavía, también es la más fidedigna descripción de lo que es la vida.

 Sí lo pensamos bien, podríamos decir que Buda era un pesimista, un amargado de mierda que tan solo veía sufrimiento allá a donde miraba, pero lo único que hizo fue ser consciente de como es la vida en realidad. Hace tiempo que yo sufro dolor crónico que llega a condicionarme la vida, cuando me diagnosticaron que la causa de ese dolor era artrosis, yo no taché de pesimista a la neuróloga que me hizo el diagnóstico, todo lo contrario, le agradecí que lo hiciera, porque entonces ya podríamos empezar a tratar la enfermedad con el tratamiento adecuado, no como hasta entonces, que me estaba tomando una medicación inapropiada que no daba resultados.